Pérdida del poder adquisitivo, despidos e inflación allanan el camino del mercado laboral argentino. ¿Qué fenómenos surgen y se agudizan con este panorama? Un investigador del CONICET analiza el impacto de las medidas económicas que trazan las líneas del cuadro social de los trabajadores.
Marianela Ríos (Agencia CTyS – UNLaM) – El Día Internacional del Trabajador no es una fecha cualquiera. Su conmemoración a nivel mundial marca un piso de derechos que no debe romperse, pero a nivel local, y en un contexto de crisis como el actual, también convoca a debatir viejas recetas en un nuevo panorama.
“Los ciclos neoliberales en Argentina ajustan por caída de la actividad productiva, mayor desocupación, reducción del salario real y menor calidad del empleo”, asegura Rodrigo Carmona, investigador del CONICET y codirector del Programa de Investigación Interinstituto “Empleo, Trabajo y Producción” de la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS), en diálogo con la Agencia CTyS-UNLaM.
Para esta fecha, pero del 2023, Carmona escribía un artículo donde analizaba la aparición de un nuevo fenómeno en Argentina, el de los “trabajadores pobres”. Un año después, sostiene, este actor llegó para quedarse. “Estamos en un escenario donde el fenómeno del trabajador pobre está consolidado. Se trata de una figura que crece en el contexto latinoamericano y que a nivel local se ha venido extendiendo en el último tiempo. Hablamos, principalmente, de aquel trabajador que, aun estando registrado, no llega a cubrir una Canasta Básica”, explica.
Según el investigador, el plano económico recesivo actual agudiza no solo esta tendencia, sino otras ya instaladas, como la precariedad laboral y el trabajo informal. “Estas situaciones van ganando lugar ante las medidas que se toman desde el Gobierno Nacional. Pensemos qué con el macrismo, los salarios registrados, en promedio, habían caído un 20 por ciento y ahora sólo en los tres primeros meses ya se alcanzaba esa cifra”, ejemplifica.
Dos caras de la misma moneda
La falta de empleo es otra de las variables que puede dispararse frente a la situación actual, favorecida por la caída de la actividad económica y los despidos. “Se calcula que en estos últimos meses hubo más o menos 60 mil trabajadores formales, es decir, tanto del Estado como del sector privado, que se quedaron sin fuente laboral”, precisa Carmona.
Durante el último trimestre de 2023, la desocupación fue del 5,4 por ciento, una tasa relativamente estable, que se mantuvo baja en los últimos años. Sin embargo, el pronóstico no es alentador. “Es claro que va a empezar a aumentar y pasar a un escenario de dos dígitos en el corto tiempo”, pronostica el investigador de la UNGS.
Mientras la falta de trabajo se intensifica, la caída del salario da lugar al crecimiento de otro fenómeno: el pluriempleo. Actualmente, el salario promedio en Argentina es de apenas un tercio que el de los países vecinos: mientras acá el ingreso medio es de menos de 200 dólares, en Brasil, Uruguay y Chile se encuentran por encima de los 500, niveles muy bajos que se asemejan a los registrados durante el 2002 tras la caída de la convertibilidad.
“En la medida que caen los salarios, la gente trata de buscar otros trabajos y llega a tener varios para subsistir. Este fenómeno lo que muestra, concretamente, es el aumento de los niveles de pobreza que abarcan a más de la mitad de la población e involucra por hogares a más de un tercio de los trabajadores. Es un escenario complejo para desarmar con un modelo que apunta a que el ajuste lo pague el factor trabajo”, asegura.
Debates pendientes sin lugar en el recinto
El proyecto de la Ley de Bases enviada por el Gobierno al Congreso plantea, entre muchos otros ejes, uno enfocado a una reforma laboral. Para Carmona, plantear cambios en la legislación laboral es necesario, principalmente, sobre las nuevas tendencias vinculadas con la incorporación de tecnologías en el proceso de trabajo. Sin embargo, lamenta, que eso no está en discusión.
“Personalmente, creo que algunas cuestiones hay que adecuar, pero la discusión debería ser más amplia y hoy está muy sesgada. La reforma laboral como está planteada es para generar un menor costo, sobre todo, a nivel de despidos y mayor flexibilización. Tiene que darse una discusión más seria y, en el escenario actual, no están dadas las condiciones”, reconoce.
En esa línea, el investigador señala que, según los últimos datos sobre juicios laborales en Argentina, hubo 117 mil casos, lo cual muestra una baja litigiosidad y se está lejos de una judicialización masiva. “Estamos hablando de un número muy bajo sobre un conjunto de ocupados de 13,5 millones de personas si consideramos los 31 aglomerados urbanos que toma el INDEC o los más de 6 millones de empleos no registrados. Por esto, el punto de flexibilizar más el mercado de trabajo con salarios cada vez más abajo y condiciones que no son las ideales sólo busca garantizar intereses empresariales”, argumenta.
Por último, Carmona destaca que, aún en época de crisis, el trabajo sigue siendo “el gran organizador social”. “Lo que hay que hacer es mejorar las condiciones actuales porque la tendencia en los últimos años fue negativa para los asalariados. Hay que repensar las nuevas formas de trabajo, que, tras la pandemia quedaron pendientes, y redefinir beneficios para el conjunto de los trabajadores en sus distintas situaciones”.
Fuente: CTyS